El caso es que cuando a mitad del s. XIII los Templarios llegan a Perugia se apropian de los restos del Santo y, previo permiso de los Priori de la Comuna de Perugia, deciden construirle una iglesia dedicada al mismo.
También están los Flagelantes, movimiento que incita a los asociados a la flagelación pública.
Y por fin llegamos al año del Señor de 1609 cuando en pomposa procesión se trasladan siete fragmentos del esqueleto desde la iglesia en las afueras de la ciudad hasta la catedral de San Lorenzo.
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